¿Por qué el trabajo no sucede en el trabajo?

Si le preguntas a la gente a donde va cuando realmente tiene que terminar una tarea, muy pocos responderán “a la oficina”. Si lo hacen, incluyen un calificativo como “super temprano, en la mañana, antes de que nadie se interponga”, o “me quedo tarde en la noche, después de que todos se vayan”, o “me escapo el fin de semana”.
Lo que te están tratando de decir es que no pueden realizar su trabajo en el trabajo. La oficina durante el día se ha convertido en el último lugar en el que las personas quieren estar cuando realmente quieren lograr hacer su trabajo.
Esto es porque las oficinas se han convertido en fábricas de interrupciones. Una oficina ocupada es como un procesador de alimentos que pica tu día en pequeños pedazos. Quince minutos aquí, diez minutos allá, veinte aquí, cinco allá. Cada segmento está lleno de una conferencia telefónica, una junta, otra junta, o alguna otra interrupción innecesaria institucional.
Es increíblemente difícil conseguir un trabajo significativo cuando tu jornada laboral se ha desmenuzado en momentos de trabajo.
El trabajo significativo, el trabajo creativo, el trabajo reflexivo, el trabajo importante; ese tipo de esfuerzo se realiza en periodos de tiempo ininterrumpidos para lograr entrar en la zona. Pero en la oficina moderna simplemente no se puede encontrar esos periodos sin interrupciones. En cambio, es una interrupción tras otra.

La capacidad para estar a solas con tus pensamientos es, de hecho, una de las principales ventajas de trabajar de forma remota. Cuando tu trabajar por tu cuenta, lejos del zumbido del enjambre de la sede, puedes instalarte en tu propia zona productiva. Así, puedes realizar tu trabajo, el mismo trabajo que no hubieras podido hacer en tu oficina.

Sí, el trabajo fuera de la ofician tiene sus propios desafíos. Y las interrupciones pueden venir de diferentes lugares, múltiples ángulos. Si estás en casa, tal vez la TV; si estás en el café de la esquina, tal vez es alguien hablando en voz alta a unas mesas de distancia. Pero aquí está el asunto: esas interrupciones son cosas que tu puedes controlar. Son pasivas, esas interrupciones no te atrapan; tu puedes encontrar un espacio que se adapte a su estilo de trabajo; puedes usar unos audífonos y no estar preocupado por ningún compañero de trabajo merodeando por tu escritorio y que te toquen el hombro, ni estar preocupado por ser llamado a otra reunión innecesaria. Tu lugar, tu zona, es solo tuya.

¿No nos crees? Pregunta a tu alrededor. O pregúntate a donde vas cuando realmente tienes que hacer tu trabajo. Tu respuesta no será “a la oficina en la tarde”.

Del libro “Remote: Office Not Required”, by Jason Fried and David Heinemeier Hansson

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